Philippe Meirieu nos habla que la democracia y la educación
tienen una relación esencial e intrínseca. Al pensarla como una forma de educación
democrática como al pensar su propósito de educar para la democracia.
Nombra tres exigencias pedagógicas vinculadas para educar:
Transmitir saberes
emancipadores:
La escuela transmite diversos tipos de saberes, pero no
todos son emancipadores. Los saberes emancipadores permiten a las personas
inscribirse en la historia y proyectarse a un futuro construir un conocimiento
emancipador, sin embargo los saberes han perdido su sentido y significación,
para muchos alumnos los saberes son necesario para pasar de nivel y son vividos
como una sumisión de las exigencias de los profesores de reproducir reglas y
modelos. El problema de la deserción escolar se asocia a estas situaciones el
saber escolar no es vivido como algo deseable, el alumno vive el contenido como
algo inútil, es el trabajo de los docentes hacer entender que el conocimiento
es una forma histórica de resolver problemas. Contextualizar los saberes que se
transmiten permite reconocer el pasado, comprender el presente y construir el
futuro. Es importante que los estudiante comprendan que la transgresión social
no es emancipación, si no que la transgresión de la inteligencia sobre los prejuicios
es emancipadora. Los saberes emancipadores son las herramientas que nos
permiten no quedar atrapados en las palabras de otros y poder producir lo
propia, interpretar y producir; textos, mapas, ecuaciones, independientemente
de que materia se trate estos saberes serán herramientas de formación de ciudadanía.
Compartir valores.
Valores democráticos, de respeto, la construcción del bien común.
La verdad de la palabra depende de los argumentos. La escuela está asociada al
control y a la sumisión en lugar al convencimiento y al consenso , el docente,
cree que necesita romper la resistencia del alumno, reduciéndolo o forzándolo,
sin embargo, la educación democrática ni seduce ni fuerza, interpela, la inteligencia
la capacidad de comprender y conmoverse que tenemos los seres humanos. Muchos estudiantes
viven el acceso al pensamiento como un sacrificio al estar acostumbrados a una
cultura de estímulos corporales constantes. Cuando el docente explica y ayuda a
comprender ayuda a al desarrollo de la inteligencia. El desafío antropológico al que se enfrenta la pedagogía es volver a hallar placer en encontrar junto con
nuestros alumnos el placer de la construcción del conocimiento el placer de explicar
y el hacer, acompañar al alumno. El valor fundamental de la democracia es el
pensamiento, pensar debe ser el eje de la clase, más que el control y la evaluación.
Formar el
ejercicio de la democracia.
Educar para la libertad. Tenemos una doble ilusión en que el
niño es espontáneamente libre y quedara sumiso hasta su mayoría de edad, sin
embargo, la psicología ha comprobado que el niño es esencialmente caprichoso y
hay que ayudarlo a pensar y elegir. En este
punto el autor establece un relación con la interpretaciones sobre la
delincuencia juvenil, ´por un lado la cultura de la excusa suele pensar que el
niño no es responsable de sus acciones, sino que es víctima de una realidad, en
el otro extrema la cultura culpabilizarían de la sostiene que el niño es plenamente
responsable de sus actos, en contraposición Philippe afirma que hay que
entender la situación , pero entender y sancionar no es suficiente, hay que ayudar al niño a
que aprenda a pensar y elegir responsablemente, para esto propone crear una pedagogía
de la elección, cuyo principal propósito es formar para la libertad. Es necesario
identificar qué elecciones puede hacer un niño en cada etapa y trabajar sobre
ellas, hay que enseñarle a identificar
opciones y asumir los resultados y no a elegir velozmente en base al entusiasmo.
La escuela, en general, no fomenta la capacidad de elección de los estudiantes
en ningún aspecto, los espacios de orientación en clases pueden servir para
preparar en la toma de decisiones. El autor pone como ejemplo que si un
docente, en lugar de pedir tres ejercicios para la siguiente clase, pidiera que
de los tres elijan uno, estaría fomentando su capacidad de decisión el estudiante
deberá cual elegir, cual le será más fácil, de esta forma sin transgredir
ninguna regla institucional y sin salir de sus contenidos el profesor estaría ayudando
al estudiante a tomar decisiones.
En función de estas tres exigencias Phileppe Meirieu
explicara tres imperativos pedagógicos:
ENSEÑAR A APLLAZAR
O POSTERGAR DESECIONES.
Frente a la velocidad
en la que vivimos en nuestra cotidianidad y la tendencia en la que tendemos a
responder a una pulsión con un acto sin mediación del pensamiento, el autor
propone dar tiempo, al pensamiento para realizar una hipótesis y analiza el
impulso, la respuesta a un problema o situación no tiene que darse ya mismo. Para
dar tiempo no hace falta sancionar, negar, reprimir el deseo del otro, si no dar
tiempo y medios para analizar ese deseo y sus resultados. Es necesario desacelerar
y pensar juntos lo que ocurre. Cuando no se da tiempo p
Para esta reflexión, ocurre un enfrentamiento entre las
pulsiones de los alumnos, y las exigencias de los docentes que muchas veces
termina en pelea, tensión o violencia.
Para evitar esto, propone dar tiempo al pensamiento, dar
espacio al silencio.
ENSEÑAR A
SIMBOLIZAR.
El pensamiento simbólico que se adquiere a la niñez está sufriendo
el exceso de espectáculo, de una cultura que muestra todo. El espacio simbólico,
el imaginario, están perdiendo espacio. La escuela puede construir el
pensamiento simbólico porque manipula ideas y pensamientos, el pensamiento simbólico
se transmite a través de la cultura ya sea tecnológica, científica, literaria y
da el poder de manejar aquellos espacios simbólicos que permiten poner en orden
el caos interior. El lenguaje articulado y la cultura nos permite entendernos,
y entender el mundo, lo esencial de la democracia es luchar para que haya
justicia social, distribución de los bienes materiales y acceso a las formas simbólicas,
artísticas, y culturales. Brindar espacios para la expresión, es brindar la
capacidad de simbolizar el caos para que no se convierta en violencia.
ENSEÑAR A
COOPERAR.
La democracia se forma con sujetos libres que deciden en
conjunto sobre el bien común, al cual hay que construirlo porque no existe por sí
mismo, se construye enfrentando los intereses individuales y conjuntos. Cooperar
implica un enriquecimiento reciproco al compartir lo que se tiene y lo que se
sabe. Desde 1850 la escuela ha tomado la forma de grupos homogéneos, que
impiden la cooperación y dificultan la formación de la ciudadanía, por el contrario
los espacios en los que se han verticalizado los grupos para actividades
compartidas de diferentes edades, o actividades de monitoreo, en que alumnos más
grandes ayudan a los pequeños, permiten compartir y compartir juntos materiales
y saberes. Esto se lo llama economía d la contribución oponiéndolo a la economía
del intercambio, en esta todos aportan, cada uno con las herramientas que
tienen para un trabajo colectivo, en el que cada uno es en parte responsable.
Con estas exigencias y estos imperativos, debemos
preguntarnos si la evaluación, tal y como la conocemos responde a estas
exigencias e imperativos
Phileppe meirer termina su conferencia haciendo tres
reflexiones sobre la evaluación.
En primer lugar sobre la evaluación de los alumnos. Diferencias
entre evaluar y calificar, esta última siempre está asociado a clasificar y a
pasar de nivel. En contraposición propone buscar una evaluación que le permita
al alumno avanzar, por ejemplo con un sistema de pre entregas, correcciones, en
el que alumno interiorice que se le pide una cierta calidad en el trabajo. La forma
tradicional se asemeja a un intercambio mercantil, en el que alumno obtiene
cierta nota, al realizar un trabajo. Según el autor, este tipo de intercambio perpetúa
el no hacer del alumno que no ha logrado un buen resultado y el no hacer del docente
que seguirá calificando a ese alumno. Según el autor, el alumno tiene derecho a
que le exijamos la perfección para poder aprender y progresar en lugar de que
evaluemos y califiquemos múltiples producciones mediocres, que pueden
garantizarle aprobar, pero no APRENDIZAJE, por ejemplo; es preferible, que
durante el año, se realicen y construyan paulatinamente uno o dos trabajos, en
lugar de diez medianamente realizados.
EVALUACION DE LOS SISTEMAS EDUCATIVOS.
El test PISA clasifica sistemas tan diversos que solo pueden
mediar lo que es comparable, por lo tanto deja de lado, toda la riqueza y
multiplicidad de las curricular de cada país. Este test al medir, toma como
criterio, los que establecen la organización para la cooperación y desarrollo económico,
es una organización privada que responde a las grandes empresas
multinacionales. La evaluación PISA se basa en las competencia que estas
empresas requieren para sus futuros profesionales, tomando como parámetro las
habilidades de los países europeos, aunque se aplica en países que no comparten
esas naturaleza, sus resultados no son indicadores del éxito de una educación democrática,
ya que no se preguntan por ejemplo, si esos sistemas educativos, fomentan la elección
de delegados estudiantiles, como son las interacciones de los miembros de las
escuelas. Dado que estas pruebas seguirán utilizándose, el autor propone que debieran
utilizarse en cada jurisdicción test complementarios que evalúen las
capacidades que el test PISA deja afuera.
EVALUACIÓN DE LA GESTIÓN EDUCATIVA.
Hace referencia a su experiencia en Francia. Según el autor
a los responsables de la educación nacional les interesa que haya un docente en
cada aula y que los padres estén contentos, de este modo el sistema educativo
esta basado en la mejor gestión posible. Lo prioritario no son las finalidades
del sistema educativo, si no las modalidades que se consideran estabilizadas. En
un sistema democrático, las modalidades debieran responder a las finalidades y
no al revés, el estado democrático tiene la legitimidad de elegir esas finalidades
democratizadoras y debiera dejar lugar a la adopción de las modalidades con la imaginación
e inteligencia, sin embargo ocurre lo contrario se obedecen las modalidades, mayormente
burocráticas, y se admiten las finalidades dejándolas a un liberalismo total. Las
finalidades educativas deben ser claras,
debe haber un contrato educativo, entre la nación y la escuelas con la suficiente confianza entre los autores
para que inventen las modalidades pertinentes a sus fines.
Por último el autor afirma que la democracia nunca fue tan
necesaria y tan difícil, y esto es porque es peligrosa para los intereses de
los sistemas financieros, pero no hay que bajar los brazos. Mientras que los
bienes materiales que se consumen en el mercado son pensados como finitos y
agotables, la única riqueza infinita y agotable con la que contamos son los
propios seres humanos y su cultura que cuanto más se consume más riqueza
produce, es por esto que luchar por una educación democrática y para ella, es
una responsabilidad pedagógica.
http://nuestraescuela.educacion.gov.ar/bancoderecursos/media/docs/eje01/eje01-sugeridos06.pdf
http://nuestraescuela.educacion.gov.ar/bancoderecursos/media/docs/eje01/eje01-sugeridos06.pdf