lunes, 29 de agosto de 2016

Philippe Meirieu nos habla que la democracia y la educación tienen una relación esencial e intrínseca. Al pensarla como una forma de educación democrática como al pensar su propósito de educar para la democracia.


Nombra tres exigencias pedagógicas  vinculadas para educar:
Transmitir saberes emancipadores:
La escuela transmite diversos tipos de saberes, pero no todos son emancipadores. Los saberes emancipadores permiten a las personas inscribirse en la historia y proyectarse a un futuro construir un conocimiento emancipador, sin embargo los saberes han perdido su sentido y significación, para muchos alumnos los saberes son necesario para pasar de nivel y son vividos como una sumisión de las exigencias de los profesores de reproducir reglas y modelos. El problema de la deserción escolar se asocia a estas situaciones el saber escolar no es vivido como algo deseable, el alumno vive el contenido como algo inútil, es el trabajo de los docentes hacer entender que el conocimiento es una forma histórica de resolver problemas. Contextualizar los saberes que se transmiten permite reconocer el pasado, comprender el presente y construir el futuro. Es importante que los estudiante comprendan que la transgresión social no es emancipación, si no que la transgresión de la inteligencia sobre los prejuicios es emancipadora. Los saberes emancipadores son las herramientas que nos permiten no quedar atrapados en las palabras de otros y poder producir lo propia, interpretar y producir; textos, mapas, ecuaciones, independientemente de que materia se trate estos saberes serán herramientas de formación de ciudadanía.

Compartir valores.
Valores democráticos, de respeto, la construcción del bien común. La verdad de la palabra depende de los argumentos. La escuela está asociada al control y a la sumisión en lugar al convencimiento y al consenso , el docente, cree que necesita romper la resistencia del alumno, reduciéndolo o forzándolo, sin embargo, la educación democrática ni seduce ni fuerza, interpela, la inteligencia la capacidad de comprender y conmoverse que tenemos los seres humanos. Muchos estudiantes viven el acceso al pensamiento como un sacrificio al estar acostumbrados a una cultura de estímulos corporales constantes. Cuando el docente explica y ayuda a comprender ayuda a al desarrollo de la inteligencia. El desafío antropológico  al que se enfrenta la pedagogía es  volver a hallar placer en encontrar junto con nuestros alumnos el placer de la construcción del conocimiento el placer de explicar y el hacer, acompañar al alumno. El valor fundamental de la democracia es el pensamiento, pensar debe ser el eje de la clase, más que el control y la evaluación.


Formar el ejercicio de la democracia.
Educar para la libertad. Tenemos una doble ilusión en que el niño es espontáneamente libre y quedara sumiso hasta su mayoría de edad, sin embargo, la psicología ha comprobado que el niño es esencialmente caprichoso y hay que ayudarlo a  pensar y elegir. En este punto el autor establece un relación con la interpretaciones sobre la delincuencia juvenil, ´por un lado la cultura de la excusa suele pensar que el niño no es responsable de sus acciones, sino que es víctima de una realidad, en el otro extrema la cultura culpabilizarían de la sostiene que el niño es plenamente responsable de sus actos, en contraposición Philippe afirma que hay que entender la situación , pero entender y sancionar  no es suficiente, hay que ayudar al niño a que aprenda a pensar y elegir responsablemente, para esto propone crear una pedagogía de la elección, cuyo principal propósito es formar para la libertad. Es necesario identificar qué elecciones puede hacer un niño en cada etapa y trabajar sobre ellas,  hay que enseñarle a identificar opciones y asumir los resultados y no a elegir velozmente en base al entusiasmo. La escuela, en general, no fomenta la capacidad de elección de los estudiantes en ningún aspecto, los espacios de orientación en clases pueden servir para preparar en la toma de decisiones. El autor pone como ejemplo que si un docente, en lugar de pedir tres ejercicios para la siguiente clase, pidiera que de los tres elijan uno, estaría fomentando su capacidad de decisión el estudiante deberá cual elegir, cual le será más fácil, de esta forma sin transgredir ninguna regla institucional y sin salir de sus contenidos el profesor estaría ayudando al estudiante a tomar decisiones.

En función de estas tres exigencias Phileppe Meirieu explicara tres imperativos pedagógicos:
ENSEÑAR A APLLAZAR O POSTERGAR DESECIONES.
Frente  a la velocidad en la que vivimos en nuestra cotidianidad y la tendencia en la que tendemos a responder a una pulsión con un acto sin mediación del pensamiento, el autor propone dar tiempo, al pensamiento para realizar una hipótesis y analiza el impulso, la respuesta a un problema o situación no tiene que darse ya mismo. Para dar tiempo no hace falta sancionar, negar, reprimir el deseo del otro, si no dar tiempo y medios para analizar ese deseo y sus resultados. Es necesario desacelerar y pensar juntos lo que ocurre. Cuando no se da tiempo p
Para esta reflexión, ocurre un enfrentamiento entre las pulsiones de los alumnos, y las exigencias de los docentes que muchas veces termina en pelea, tensión o violencia.
Para evitar esto, propone dar tiempo al pensamiento, dar espacio al silencio.

ENSEÑAR A SIMBOLIZAR.
El pensamiento simbólico que se adquiere a la niñez está sufriendo el exceso de espectáculo, de una cultura que muestra todo. El espacio simbólico, el imaginario, están perdiendo espacio. La escuela puede construir el pensamiento simbólico porque manipula ideas y pensamientos, el pensamiento simbólico se transmite a través de la cultura ya sea tecnológica, científica, literaria y da el poder de manejar aquellos espacios simbólicos que permiten poner en orden el caos interior. El lenguaje articulado y la cultura nos permite entendernos, y entender el mundo, lo esencial de la democracia es luchar para que haya justicia social, distribución de los bienes materiales y acceso a las formas simbólicas, artísticas, y culturales. Brindar espacios para la expresión, es brindar la capacidad de simbolizar el caos para que no se convierta en violencia.


ENSEÑAR A COOPERAR.
La democracia se forma con sujetos libres que deciden en conjunto sobre el bien común, al cual hay que construirlo porque no existe por sí mismo, se construye enfrentando los intereses individuales y conjuntos. Cooperar implica un enriquecimiento reciproco al compartir lo que se tiene y lo que se sabe. Desde 1850 la escuela ha tomado la forma de grupos homogéneos, que impiden la cooperación y dificultan la formación de la ciudadanía, por el contrario los espacios en los que se han verticalizado los grupos para actividades compartidas de diferentes edades, o actividades de monitoreo, en que alumnos más grandes ayudan a los pequeños, permiten compartir y compartir juntos materiales y saberes. Esto se lo llama economía d la contribución oponiéndolo a la economía del intercambio, en esta todos aportan, cada uno con las herramientas que tienen para un trabajo colectivo, en el que cada uno es en parte responsable.
Con estas exigencias y estos imperativos, debemos preguntarnos si la evaluación, tal y como la conocemos responde a estas exigencias e imperativos
Phileppe meirer termina su conferencia haciendo tres reflexiones sobre la evaluación.
En primer lugar sobre la evaluación de los alumnos. Diferencias entre evaluar y calificar, esta última siempre está asociado a clasificar y a pasar de nivel. En contraposición propone buscar una evaluación que le permita al alumno avanzar, por ejemplo con un sistema de pre entregas, correcciones, en el que alumno interiorice que se le pide una cierta calidad en el trabajo. La forma tradicional se asemeja a un intercambio mercantil, en el que alumno obtiene cierta nota, al realizar un trabajo. Según el autor, este tipo de intercambio perpetúa el no hacer del alumno que no ha logrado un buen resultado y el no hacer del docente que seguirá calificando a ese alumno. Según el autor, el alumno tiene derecho a que le exijamos la perfección para poder aprender y progresar en lugar de que evaluemos y califiquemos múltiples producciones mediocres, que pueden garantizarle aprobar, pero no APRENDIZAJE, por ejemplo; es preferible, que durante el año, se realicen y construyan paulatinamente uno o dos trabajos, en lugar de diez medianamente realizados.

EVALUACION DE LOS SISTEMAS EDUCATIVOS.
El test PISA clasifica sistemas tan diversos que solo pueden mediar lo que es comparable, por lo tanto deja de lado, toda la riqueza y multiplicidad de las curricular de cada país. Este test al medir, toma como criterio, los que establecen la organización para la cooperación y desarrollo económico, es una organización privada que responde a las grandes empresas multinacionales. La evaluación PISA se basa en las competencia que estas empresas requieren para sus futuros profesionales, tomando como parámetro las habilidades de los países europeos, aunque se aplica en países que no comparten esas naturaleza, sus resultados no son indicadores del éxito de una educación democrática, ya que no se preguntan por ejemplo, si esos sistemas educativos, fomentan la elección de delegados estudiantiles, como son las interacciones de los miembros de las escuelas. Dado que estas pruebas seguirán utilizándose, el autor propone que debieran utilizarse en cada jurisdicción test complementarios que evalúen las capacidades que el test PISA deja afuera.

EVALUACIÓN DE LA GESTIÓN EDUCATIVA.
Hace referencia a su experiencia en Francia. Según el autor a los responsables de la educación nacional les interesa que haya un docente en cada aula y que los padres estén contentos, de este modo el sistema educativo esta basado en la mejor gestión posible. Lo prioritario no son las finalidades del sistema educativo, si no las modalidades que se consideran estabilizadas. En un sistema democrático, las modalidades debieran responder a las finalidades y no al revés, el estado democrático tiene la legitimidad de elegir esas finalidades democratizadoras y debiera dejar lugar a la adopción de las modalidades con la imaginación e inteligencia, sin embargo ocurre lo contrario se obedecen las modalidades, mayormente burocráticas, y se admiten las finalidades dejándolas a un liberalismo total. Las finalidades  educativas deben ser claras, debe haber un contrato educativo, entre la nación y la escuelas con  la suficiente confianza entre los autores para que inventen las modalidades pertinentes a sus fines.

Por último el autor afirma que la democracia nunca fue tan necesaria y tan difícil, y esto es porque es peligrosa para los intereses de los sistemas financieros, pero no hay que bajar los brazos. Mientras que los bienes materiales que se consumen en el mercado son pensados como finitos y agotables, la única riqueza infinita y agotable con la que contamos son los propios seres humanos y su cultura que cuanto más se consume más riqueza produce, es por esto que luchar por una educación democrática y para ella, es una responsabilidad pedagógica.

http://nuestraescuela.educacion.gov.ar/bancoderecursos/media/docs/eje01/eje01-sugeridos06.pdf

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